Los avances y aprendizajes durante la educación primaria pueden evaluarse de distintas maneras y no limitarse a un examen numérico. Las nuevas modalidades son parte de la evolución educativa.
La evaluación de los estudiantes ha cambiado a través del tiempo. El último gran reto ha incluido la pandemia en la que también la tecnología ha jugado un papel importante y otras acciones creativas para la enseñanza y aprendizaje.
Es una parte fundamental del proceso aprendizaje-enseñanza y el profesorado tiene que desarrollar una competencia docente como es saber evaluar, creando situaciones precisas de evaluación-aprendizaje que no necesariamente son pruebas o exámenes.
“Esto se logra mediante las estrategias o técnicas que mejor funcionen para lograr que los estudiantes aprendan, pero además, les guste lo que están aprendiendo y desarrollando la autorregulación (regular nuestras metas y saber cómo alcanzarlas) y la metacognición (aprender a aprender), que son dos condiciones fundamentales para la vida y la vida feliz”, dice el magister Armando Najarro Arriola, académico docente de Facultades de Humanidades y Teología de la Universidad Rafael Landívar .
“No solo para la niñez, sino a todo nivel, que el mayor punto de evolución en la evaluación ha sido dejar atrás la idea que es sinónimo de ‘entrega de cuentas’ para pasar a una época de ver y practicar dicha evaluación como una manera más de mejorar y continuar aprendiendo”, agrega Najarro.
Expresa que hay un cambio de paradigmas y en la actualidad es que los estudiantes muestren lo que saben hacer con lo que han aprendido y en un contexto rico en valores y actitudes deseables, y también en oportunidades de demostrarlo.
Con esas premisas el profesorado puede ir puliendo la idea de desarrollar en mayor forma no solo la memoria (que era la capacidad que más se desarrollaba antes), sino otras capacidades de más alto nivel como pueden ser el análisis, la síntesis, la resolución de problemas y ante todo, la creatividad tan necesaria en esta época de incertidumbres.
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